Fueron innumerables los problemas a los que se tuvieron que enfrentarse Jorge Juan Santacilia, Antonio de Ulloa, y el conjunto de la expedición francesa que tuvo como objetivo medir un grado del arco de meridiano. Sólo el viaje desde Europa hasta Quito duraría un año, con etapas muy duras en las que tuvieron largas jornadas de navegación, travesías por zonas selváticas y peligrosas, cruce de zonas de montaña, entre otras muchas incomodidades y peligros. Sin embargo, éste sería sólo el comienzo de una larga serie de dificultades a las que tendrían que enfrentarse con ingenio y resolución.

Ya en el relato del comienzo de los trabajos de medición, Antonio de Ulloa nos narra la muerte de uno de los indios que es arrastrado y asfixiado por un torbellino de arena, al no haber encontrado a tiempo refugio. También nos habla del fallecimiento de M. Couplet que manifestando sentirse levemente indispuesto muere a los pocos días, para sorpresa de todos. La expedición se divide en dos grupos dirigiéndose unos al cerro de Pambamarca y otros al de Pichincha en lo que sería el primer contacto con el clima riguroso del páramo. Con temperaturas con frecuencia por debajo del punto de congelación, esta primera etapa sería la más dura de todas, teniéndose que refugiar, en ocasiones, en chozas de paja que apenas podían soportar la acumulación de hielo y nieve. Muchas veces los vientos eran tan fuertes que desmantelaban las tiendas de campaña, poniéndoles en graves aprietos.

Las condiciones son tan difíciles que los indios que los asisten les abandonan a menudo por lo que se hace necesario solicitar que les proporcionen nuevos grupos o establecer turnos. A veces, se verán obligados a permanecer en estas condiciones durante días esperando la oportunidad de que un paréntesis en una climatología tan adversa les permita realizar las mediciones. Más adelante, estas condiciones se suavizarían ligeramente porque encontrarían con mayor frecuencia pequeños poblados de montaña o incluso refugios de ganado que les permitirían paliar en parte lo riguroso del clima, pero siempre se verán expuestos a situaciones de gran incomodidad.

Algunos desconfiarán de tanta dedicación y atribuirán a los expedicionarios intereses y misiones secretos, como la búsqueda de metales preciosos, o incluso prácticas mágicas. Muchos se maravillan de este grupo de hombres que soportan tantas penalidades sin que exista una contrapartida en términos comerciales o de riqueza. Otros, en cambio, les apoyarán en todo momento invocando incluso la protección divina con misas y rezos ante situaciones climáticas que consideran de gravedad suficiente para poner en peligro sus vidas.

El instrumental científico que debían transportar de un lugar a otro sufría el lógico deterioro por los traslados y el clima. En más de una ocasión se han de interrumpir los trabajos de medición porque se hace necesario encargar otros nuevos que sustituyan a los que han quedado inservibles. En la medida de lo posible, diseñan y construyen instrumentos nuevos que necesitan para tareas concretas. Además, deben esforzarse en calcular las posibles inexactitudes introducidas por los aparatos para realizar correctamente las mediciones. Por otra parte, les sucedía que las señales en forma de pirámide que dejaban en los alto de lomas y picos, para luego poder medir distancias desde otros puntos, eran sustraídas por los pastores de la zona con la intención de aprovechar los materiales con los que estaban construidos. Otras veces se mostraban simplemente indistinguibles en la distancia, y eran forzados a utilizar las tiendas de campaña como señales.

No todos los problemas vinieron derivados de la dureza del entorno, también los hubo de carácter económico y administrativo. Antonio de Ulloa se enfrenta al presidente de la Audiencia de Quito porque éste no quiere hacerse cargo de los gastos del transporte desde Guayaquil a la capital del instrumental científico fabricado para ellos en Francia, y traídos desde España. El presidente Araujo se queja de que no se le trata con el debido respeto. El tema se agrava y acaba en denuncias y encarcelamiento. Jorge Juan debe interrumpir los trabajos para viajar a Lima a interceder ante el virrey. Aunque tratado con mucha discrección en «Observaciones astronómicas …» el tema debió tener cierto alcance, porque de él tenemos constancia en documentos que procedentes de la Audiencia se conservan en el Archivo General de Indias.

Plano de la bahía de Cartagena de Indias. Relación histórica del viaje a la América meridional. Lámina VII.

Las dificultades económicas también fueron importantes, sobre todo en lo que concierne a la parte francesa de la expedición. Éstos, aún no habían logrado llegar a Cartagena de Indias, cuando ya habían prácticamente gastado la dotación inicial para sus gastos. El sistema inicial de financiación consistía en que la corte francesa depositaba unas cantidades («fianza») en la Casa de Contratación de Sevilla y ésta les expedía unas cartas de crédito que podían canjear por dinero en destino. Así que, en primer lugar, se tenía que hacer un depósito suficiente, y luego hacer llegar a América las cartas de crédito. Los fondos depositados fueron claramente insuficientes para los gastos que se estaban produciendo, y las comunicaciones lentas desde Europa. Pronto se vieron avocados a solicitar enormes créditos a grandes comerciantes y empresarios locales.

Por otra parte, en el transcurso de la expedición, estalló la que se conoció como «Guerra del asiento» («Guerra de la oreja de Jenkins» en Inglaterra) y de los navíos de permiso. Como consecuencia del conflicto, el virrey sintió la amenaza de la escuadra del almirante británico Vermont sobre la ciudad de Cartagena de Indias, que fue tan admirablemente defendida por Blas de Lezo, así como sobre las plazas de Panamá. Igualmente era conocido que el vicealmirante británico Anson, aunque perseguido por la escuadra española de Pizarro, pretendía doblar el Cabo de Hornos con la intención de atacar las plazas españolas del Mar del Sur (Valdivia, Valparaíso, El Callao) o incluso Guayaquil. En este contexto, la Audiencia de Quito reclama que vuelvan a Guayaquil Jorge Juan y Antonio de Ulloa para planificar su defensa, ya que esta ciudad junto con la ruta del río Esmeraldas son las dos vías principales para llegar a Quito, estando ambas muy pobremente defendidas. Hasta en dos ocasiones más habrían de interrumpir los trabajos de medición para atender a sus obligaciones militares, revisando las reparaciones efectuadas de urgencia de los cañones de El Callao (Lima) e incluyendo acciones de patrulla en las costas chilenas a bordo de dos barcos mercantes artillados. En una de las misiones que se encarga a Antonio de Ulloa consistente en hacer llegar provisiones en barco desde Valparaíso a Valdivia, éste fracasa por las malas condiciones climatológicas y se le intenta llevar ante un consejo de guerra.

Cuando ya por fin, otros oficiales pudieron hacerse cargo de sus misiones, retomaron sus trabajos científicos hacia finales de 1743. Para entonces, hacía casi un año que la comisión francesa había concluido sus mediciones y, salvo Godín, que acabaría ejerciendo la cátedra de matemáticas en Lima, emprendido sus viajes de retorno a Francia. Jorge Juan y Godín se habían manifestado partidarios de prolongar la triangulación por el Norte hasta Pueblo Viejo, y en esa localidad les había dejado este último los instrumentos necesarios para realizar las últimas observaciones astronómicas. Realizadas las mediciones, y la observación de la latitud desde esa población, dieron por terminados sus trabajos en mayo de 1743.

El viaje de retorno a Europa no estuvo exento de peligros. Jorge Juan y Antonio de Ulloa decidieron navegar por separado para reducir las posibilidades de que los resultados de sus trabajos pudieran perderse, o caer en manos enemigas. Hemos de entender que junto con el principal objetivo, de carácter científico, los dos marinos tenían el encargo de elaborar informes de un carácter más confidencial sobre aspectos militares y de organización de la América española (1). Ambos iniciaron el regreso a bordo de fragatas francesas. El primero pudo llegar a Francia sin más dificultades que las propias inherentes al viaje, favorecido por la ocasión de poder unirse al gran convoy del almirante Desturbier. Antonio de Ulloa, después de verse forzado a realizar una escala en Fernando de Aroña (Pernambuco) por las malas condiciones de la fragata, se vió apresado por fuerzas navales inglesas que habían tomado Louisbourg, en el Canadá francés. Habiéndose desembarazo de los informes secretos, tirándolos por la borda en el momento de la captura, Antonio de Ulloa conservaría sus anotaciones científicas.

Preso de los ingleses, Antonio de Ulloa fue trasladado a Inglaterra. Allí la documentación científica sobre los trabajos realizados en el meridiano llamó la atención de la Royal Society of London. Los comisarios de prisioneros mediaron por él ante el Almirantazgo, que finalmente autorizó su libertad. Posteriormente fue requerido para que ordenase toda la documentación, que se encontraba entremezclada y se inició una relación amistosa con el presidente de la Royal Society que comenzó a invitar al español a asistir a las asambleas de la sociedad. Éste consiguió las autorizaciones para que el conjunto de documentos volvieran a estar en poder de Antonio de Ulloa, de tal forma que pudiera dar a conocer el conjunto de sus resultados en una publicación. En mayo de 1746, le proponen ya como miembro de la Royal Society (2).

(1) El contenido de estos informes constituirían el núcleo central del redactado finalmente por petición del Marqués de la Ensenada «Discurso y reflexiones políticas sobre el estado presente de los reinos del Perú en lo tocante a gobierno, régimen particular de aquellos habitadores y marina». Del informe original se hicieron un número muy reducido de copias y constituyeron la referencia indispensable para la acción reformadora que vendría a continuación sobre estos territorios. Posteriormente fueron publicados con el título «Noticias secretas de América …» por David Barry en Londres (1826) «sacadas a la luz para el verdadero conocimiento del gobierno de los españoles en la América meridional» atribuyendo a la corona española la intención perversa de ocultar los abusos y de legislar para la protección de las comunidades indígenas para dar luego instrucciones contrarias a los virreyes. Mr Barry se ocupa de alimentar la animadversión contra los españoles en una época de surgimiento de las primeras repúblicas americanas y reconoce que si la información de carácter militar de estos informes no hubiera permanecido en secreto, Inglaterra la hubiera utilizado en su beneficio para estrangular las principales rutas comerciales de las colonias españolas.

(2) Jorge Juan Santacilia sería, a su vez, aceptado como fellow de la Royal Society en noviembre de 1749.