Jorge Juan Santacilia y Antonio de Ulloa dan cuenta de su actividad científica en la expedición al Perú en este libro que ahora les presentamos «Observaciones astronómicas y phisicas hechas de orden de S. Mag. en los reynos del Perú«. Conservamos una primera edición en los fondos de nuestra biblioteca.

La obra se divide al estilo de la época en «libros» y secciones. Los seis primeros libros abordan temas astronómicos y de experimentación, directamente relacionados la mayoría con el estudio de los astros, todos interesantes para aplicarlos a la navegación marítima. Se exponen los métodos para hallar la máxima oblicuidad de la eclíptica, cómo observar la latitud con varios instrumentos y el uso de las tablas de las declinaciones del Sol, determinación de la longitud a partir de las lunas de Júpiter y de los eclipses lunares, la dilatación y compresión de los metales, la utilización del barómetro para determinar altitudes, la propagación del sonido y sus aplicaciones en la navegación.

En el libro VII las distintas secciones nos van presentar las medidas realizadas por Jorge Juan y Antonio por separado. Se aplican fundamentalmente los métodos geodésicos en los que los científicos franceses habían destacado desde mediados del siglo XVII, con cálculos para la proyección de los resultados sobre el meridiano. «El fundamento teórico del método consiste en trazar sobre una franja del terreno una red de triángulos concatenados, cuyos vértices sean puntos notables del mismo (cimas de montañas, o diversos accidentes geográficos bien visibles a distancia, al objeto de poder ser observados), orientados según el meridiano (la línea polo norte-cenit del observador-polo sur) … La idea era seleccionar la línea poligonal formada por los lados de estos triángulos que estuvieran más a poniente, y proyectarla sobre la línea meridiana a fin de obtener una distancia en toesas de esa porción de meridiano, limitado por las latitudes de los puntos extremos ya referidos. Había, por tanto, de determinarse con la máxima precisión posible las longitudes de esos lados de la poligonal y, además, su inclinación, su orientación, la diferencia de nivel entre los vértices, etc.»(1)

En la última sección Jorge Juan y Antonio de Ulloa determinan la amplitud del arco entre los dos observatorios establecidos, y hallan el valor del grado de meridiano en el Ecuador, concluyendo sobre la figura de la Tierra.

El libro VIII nos narra los experimentos realizados durante esta expedición con el péndulo simple. Jean Richer había observado tiempo atrás, en la isla francesa Cayenne, que las oscilaciones del péndulo eran más de dos minutos más lentas en esas latitudes, que en París. De hecho para que el número de oscilaciones se sincronizaran había que reducir la longitud del péndulo en algo más de 2 mm. Newton se basó en estas variaciones observadas por Richer para afirmar que la Tierra era achatada por los polos. Era lógico que también los expedicionarios a Quito realizaran este tipo de experimentos y determinaran qué tipo de retraso observaban.

El libro IX, y último, explica cómo se debe realizar las correcciones necesarias para la navegación marítima sobre el elipsoide que queda definido, el punto de mayor interés para la Armada de ambos países.

Esta obra tiene un valor notable desde el punto de vista científico no sólo por la habilidad que Jorge Juan demuestra con el cálculo infinitesimal, sino porque es el primer trabajo científico español que se sustenta abiertamente en las teorías de Copérnico, Galileo, Newton y Huygens, aunque algunas teorías las plantee como hipótesis para evitar que la Inquisición impida su publicación (2). En una reimpresión posterior, 1773, Jorge Juan añadirá un apartado titulado el «Estado de la Astronomía en Europa» que supondrá el espaldarazo definitivo para la aceptación del copernicanismo en España, ya que sutilmente defenderá que estas teorías no son en ningún caso contrarias a lo narrado en la Biblia.

(1) Fernando Belizón Rodríguez. La medición del meridiano terrestre (1735-1748). En Jorge Juan y la ciencia ilustrada. Centro Virtual Cervantes.

(2) La publicación del libro se retrasa dos años hasta que el Marqués de Ensenada interviene por medio de Gregorio Mayans y el jesuita Andrés Marcos. Con todo, en estos momentos, la Inquisición en España mantiene una actitud más relajada en todos los órdenes que en los años del reinado de Felipe V. El Inquisidor General Francisco Pérez de Prado se muestra más preocupado por impedir los bailes, cencerradas y festejos taurinos, y por mantener la capacidad de imponer multas en paralelo a la autoridad civil. Véase «Rigorismo moral y defensa de la jurisdicción eclesiástica por Francisco Pérez de Prado obispo e Inquisidor General» de Jose Manuel Latorre Ciria